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Nimiedad genética
Aún sabiendo lo nimio que puede representar este conjunto de palabras dentro de este micro o macroloquesea que llamamos universo, y pese a que siendo humano nunca entenderé del todo ciertas reglas o momentos, aún así, todo lo que somos y que nos ha impulsado a creer que comprendíamos algo, a creer que nuestra sabiduría solventaría dudas atemporales, a creer que viviríamos en un mundo mejor y feliz, a todos esos, entre los que todos nos incluimos, os digo, bienvenidos a casa, a vuestra casa, a vuestro cerebro, pues es el único que tiene todas las respuestas y al mismo tiempo, es también el único que nunca jamás querrá revelarlas, no está incluido en el paquete y no tenemos las instrucciones de cómo accionar el interruptor.
El vasto caudal
Es sorprendente cómo un río es capaz de encontrar, por sí solo, su antiguo curso cuando sobrepasa la capacidad de la nueva cuenca que le dimos, más sorprendente aún es que ese día su agua se torne enfurecida y violenta, inmersa en un torrente frenético de rabia e impotencia contenida, arrastrando todo lo que encuentra a su paso sin que nada ni nadie pueda afrontarla o pararla, quizá una cruel venganza sellada con su propio nombre. El mensaje es sencillo, tan sencillo que puede definirse en cinco palabras: “la naturaleza tiene su ritmo”, y no, no podemos variarlo, por muchos cambios y avances que hagamos nunca sabemos cuáles nos depara ella en el futuro ni en qué instante los hará explotar.