one blog to find them, one blog to rule them all

El vasto caudal

Es sorprendente cómo un río es capaz de encontrar, por sí solo, su antiguo curso cuando sobrepasa la capacidad de la nueva cuenca que le dimos, más sorprendente aún es que ese día su agua se torne enfurecida y violenta, inmersa en un torrente frenético de rabia e impotencia contenida, arrastrando todo lo que encuentra a su paso sin que nada ni nadie pueda afrontarla o pararla, quizá una cruel venganza sellada con su propio nombre. El mensaje es sencillo, tan sencillo que puede definirse en cinco palabras: “la naturaleza tiene su ritmo”, y no, no podemos variarlo, por muchos cambios y avances que hagamos nunca sabemos cuáles nos depara ella en el futuro ni en qué instante los hará explotar.

El ser humano pertenece a esa misma naturaleza, aunque no quiera aceptarlo, aunque no quiera verlo; a veces parece que ha olvidado de dónde proviene y hasta gracias a quién respira, está abrazado a su soledad como único sentimiento y a su TDI como única arma para enfrentarse a la jungla, a esa jungla que le han impuesto bajo edificios de color oxidado e inmensas cristaleras repletas de aire contaminado, bajo una sensación de apatía generalizada y asumida, todo envuelto en una frívola cúpula que se mueve como una gran pompa de jabón que parece que nunca quiere reventar.

Por suerte nuestra naturaleza está llena de verde, ese verde que consigue dar la alegría que el gris siempre se empeña en apagar, por eso y sólo por eso, debemos considerados afortunados y aprender a saber valorarla de nuevo con todo el amor que se merece.

Olvidarnos del TDI y usar los PIES para volver a ser libres de nuevo, sin semáforos y sin cedas al paso, sin humos y sin cinismo, sin agobios ni prisas, sin cadenas; volver a caminar entre las rocas, conociendo únicamente con certeza el próximo paso que darás, evolucionar y aprender a través de los buenos y los malos, volver a disfrutar de cómo la roca se convierte en senda y nos deja caminar hacia el mar, hacia los ríos y los lagos, hacia los valles y las montañas, hacia los prados y las selvas, caminar hasta que se acaben las piedras, caminar hasta que nos flaqueen las rodillas y sólo podamos caer rendidos para que ella nos obligue a admirar su belleza, todo aquello que nos ha dispuesto siempre delante y no nos atrevíamos a ver, para que recordemos todo lo que nos hacía vibrar y sentirnos un poco más vivos.

Y así siempre para nunca dejar de caminar, para poder llegar a beber el agua de ese río que jamás debió perder su cauce original.

angel (@sirkeldon) // 20 Jul 2006 // reflexiones

Comentarios

Los PIES también estresan

Ya, pero menos xD

Yo no aguantaría ni 5 minutos sin estress. Es mi droga

De la jungla k em parles jo en tinc coneixement pero visc en el meu petit país de tranquilitat, i la veritat ÉS GENIAL.

Moltes vegades ens aferrem a allò superficial i no ens n'adonem de les petites coses de la vida, siusplau GAUDIM DE LES PETITES COSES

P.D. el tercer paràgraf és sospitós!! XDXD
....,mmmm akesta és l'altre part de la meva sorpresa... no perdís mai akest encant k tens per l'escriptura......

Kistina @ 21-07-2006

Hace relativamente poco que sé lo que significa vivir en una auténtica jungla de asfalto y cemento. Cada mañana, al salir de casa, me topo con buitres y hienas trajeadas, perfumadas, rígidas y dispuestas a desgarrar a quien se ponga por delante. Acojonan. Pero en realidad poco me importan porque ¿tienen algo que pueda hacerme feliz a mí? Lo dudo.

Cada mañana yo me despierto desnuda, me revuelvo entre las sábanas, los primeros rayos de sol entran por la ventana y calientan mi espalda, intercambio las primeras miradas con el escritor de la azotea de enfrente... y lo único que me apetece es mostrarme al mundo así, tal y como realmente soy: suave, alegre y perezosa. Finalmente, la vergüenza, el estúpido pudor, supongo que el 'sentido común' y no querer acabar en un psiquiátrico, me desaniman en este deseo matutino de querer salir a la calle como mi madre me trajo al mundo... pero al menos yo soy feliz por unos minutos, y me reencuentro con mi cauce original. Y cuando me encuentro en el metro con una sonrisa cómplice siempre me pregunto... ¿se despertará igual que yo?

Soplidos :)

Me encanta el diseño de su blog señor Keldon.