Demogracia
En toda dictadura se establecen unos axiomas claros centrados en los elementos de control y sometimiento. En toda dictadura se persiguen y castigan las ideas, comentarios, asociaciones, reuniones o manifestaciones de cualquier tipo que difieran de la propaganda emitida por el régimen. En toda dictadura se establece una unificación de poderes, destinada a beneficiar y perpetuar la oligarquía sesgando cualquier intento de lucha. Y lo más importante, en toda dictadura, se viola a la legislación anterior para dar paso a un nuevo estado totalitario. El problema viene cuando de nuevo no tiene nada, nos debemos a nuestra nostalgia, y es esa la que se está intentando recuperar.
Lo más curioso a la par que frustrante es que lo hace “democráticamente” ya que estos señores, mal que nos pese, han obtenido su poder gracias a que algunos otros les han dado el voto. Aún así, eso no les da derecho a este tremendo esperpento, a este teatro perpetuo donde se ha eliminado todo guión preestablecido y se ha decidido improvisar. Un ir y venir constante de cambio de hojas de ruta, frases estúpidas e inexplicables, ardides y patrañas. Es puro oportunismo, aprovechar una situación de crisis para justificar cualquier reforma, para propiciar un cambio de sistema. Caminamos hacia una democracia autoritaria que busca cohibir libertades básicas amparadas en una constitución que dicen amar y que debe permanecer inalterable respecto a otros asuntos. Es un libro usado como escudo y espada a la vez. Solo hace falta mirar el BOE para ver cuántas veces han reformado la carta magna o código penal en intereses de empresas, organismos o bancos. Y es que toda esta bola está rodando colina abajo acumulando más deshechos.
Qué confianza pretenden despertar estas personas que quieren dejarnos morir en una camilla, hacer que seamos más tontos, echarnos de nuestra propia casa y perder cualquier tipo de esperanza a vivir. Se privatizan hospitales y escuelas, se cierran televisiones, se aumentan las colas del paro y la gente no deja de empobrecerse al no poder ni cobrar subsidios. Mientras, nadie es juzgado, nadie va a la cárcel, nadie paga las consecuencias, nadie tiene huevos a hablar ni tampoco a hacer callar. No contentos con eso, a los que la han liado más parda se les da más dinero y les abren la puerta para que salgan caminando tranquilos. Nos tratan de estúpidos. Roban, mienten, indignan, tergiversan, manipulan, encierran, humillan y acribillan a una población que no quiere perder más ojos. Y nadie dimite. Mientras, dejan actuar una curiosa justicia que ellos mismos controlan y que está tan podrida como las palabras que salen de sus bocas y lanzagranadas. No contentos con eso, ahora además quieren que estemos callados, ordenados, sin armar jaleo o papá España vendrá a cobrar multa con porra en mano. ¿Pero qué mierda infecta es esta? ¿Hasta cuándo y cuánto vamos a tragar?
Libertad de expresión, información, derecho a una educación y vivienda dignas, a que todos seamos iguales ante la ley, tratados con respeto y sin vejaciones. El poder hablar, reír, llorar y sentir sin ningún tipo de carga. Algunos leerán y dirán que soy un utópico, pero es que el texto que tenemos por constitución lo ampara, y hasta eso quieren dilapidar. Sus arengas, vengan desde donde vengan, ya no convencen a nadie. Es lamentable, apocalíptico y aterrador, que diría Piqueras, que queden aún dos tristes años más de todo esto.
Lo que más asusta es hasta cuándo vamos a permitir tal impunidad sin reaccionar. Carguemos contra su voluntad para evitar que todo esto se siga perpetuando. Demos un golpe en el estado, que a fin de cuentas, es nuestro por derecho.