Viaje al centro de los recuerdos
Esta historia no empieza aquí, de eso estoy seguro. Aún lo estoy más de que tampoco acabará aquí. Cuando el límite del tiempo es inexistente en un sentido u otro, qué razón queda para pensar en el aquí, ya sea en el tiempo o el espacio; hacerlo se vuelve casi inútil o cuanto menos, paradójico y ridículo. Cuál debe ser en ese caso el impulso para narrar un viaje hacia el centro de los recuerdos, cuál es el motor necesario para pensar que lo que un día hicimos nos pueda definir de una u otra manera si esa concepción espacio-temporal es errónea. No me refiero a que estemos atrapados en un solo instante, quizá todo lo contrario.
Estamos inmersos en una línea infinita que nos da la falsa ilusión que todo lo hacemos por primera vez, cuando no es la primera, ni la última, es simplemente una única repetida hasta el infinito. Quizá sea ese el problema, que el tiempo para el aprendizaje se reduce a cero.
"Marina me dijo una vez que sólo recordamos lo que nunca sucedió"
del libro Marina de Carlos Ruiz Zafón
Explicándome mejor, hay un largo ciclo que nos lleva de materia a homo sapiens sapiens y es solo en ese momento, breve como pocos, donde se nos permite almacenar una serie de “evocaciones” que al final llamamos recuerdos, que queramos o no se convierten en parte de nuestra experiencia. Señales que envía nuestro cerebro en forma de emoción activan el resorte del mecanismo que nos hace imaginar, soñar y actuar. Ahí es donde la frase de Zafón toma vida, porque no siempre un recuerdo debe estar basado en descargas eléctricas provenientes de la vida “real”, de esa concepción y percepción de nuestro aquí, si no más bien de nuestra interpretación de la misma, incluso sin ningún impulso externo que active ese mecanismo. Dónde queda en ese caso la seguridad del momento que estamos viviendo, cuál es la verdadera diferencia entre un recuerdo y lo real. Simplemente alertamos a más sentidos, nada más. Todo el resto sigue igual, ya lo decía Calderón, en el fondo “la vida es sueño” y los recuerdos, como cualquier otro sueño, igual de válidos son. Si a eso le sumas el hecho de que solo puedes retenerlos durante una fracción paupérrima dentro de la longeva inmensidad del universo, entenderás el propósito de un viaje como este.
"You must stay drunk on writing so reality can not destroy you"
Ray Bradbury
No es nada particular, todo el mundo lo hace cada día, se sienta en un banco a leer el periódico o mientras toma el café con sus colegas y no puede evitar pensar en cualquier otra cosa durante unas frases, inspirado por lo que lee o escucha, o por un pensamiento ajeno y espontáneo que le acaba de asaltar, es algo natural. Puede resultar trivial, incluso banal, pero es el mismo motor del que hablaba antes, ese capaz de darte la libertad para discernir y ser capaz de llegar a tu destino.